Son las 6 de la mañana y habiendo una gran y espesa neblina me dirijo al monasterio agustino de Santo Tomás en Brün, Austria, lugar en donde tengo entendido se encuentra Fray Gregorio Mendel.
Sé también, que como buen monje se levanta muy temprano y es una hora en que me puede atender respecto a una entrevista que deseo realizarle.
El monasterio no tiene un buen aspecto, pero es muy grande, aunque eso no es muy interesante; toco en su enorme puerta y abre uno de los monjes, pregunta el motivo de mi visita y me indica que primero debo hablar con el padre superior; me conduce a su despacho y solicito a él información sobre el padre Gregorio a lo que contesta:
- Este seminarista vive una vida muy retirada, virtuosa y religiosa, enteramente apropiada a su condición. Es muy diligente en el estudio de las ciencias, pero está poseído de una indomable timidez en especial cuando tiene que visitar a un enfermo o ver a cualquiera indispuesto o con alguna pena.-
Una vez enterado sobre una de las facetas de la personalidad de Mendel, me conducen hasta donde se encuentra; me presento, pregunta que deseo, y quién soy, pues está un poco ocupado y no tiene mucho tiempo.
Le digo que quiero hacerle una entrevista acerca de sus experimentos, esto lo entusiasma, y me invita a pasar a un salón del monasterio.
Cuando entro me ofrece una silla de aspecto rústico, dice que lo espere un momento. Después de 15 minutos llega ofreciéndome una bebida caliente que acepto con mucho gusto por el frío que hace.
Me pide que inicie la entrevista y que con gusto me proporcione algunos datos que él mismo considere importantes.
¿En dónde y cuándo nació usted?
Al norte de Moravia, región de Heinzendorf, un pueblo de la antigua Silesia austriaca, el 22 de julio de 1822.
¿Es usted Gregorio, Juan o Juan Gregorio?
Bueno, me llamo Juan Mendel, pero al ingresar al convento en 1843, tomé el nombre de Gregorio. Por cierto, fui ordenado sacerdote cuatro años después.
Y ¿qué es lo que hace?
No vayas a pensar que los monjes nos dedicamos únicamente a la oración, no. Me inicié en la docencia en 1849 en una escuela preparatoria y he sido suplente de la cátedra de Ciencias Naturales; ahora estoy tratando de llegar a ser titular; es decir, quiero obtener mi certificado como maestro, por lo que estudié dos años botánica y matemáticas en la Universidad de Viena, trabajo además como profesor de Física desde 1854. Te diré que muchas veces mis alumnos vienen a visitarme aquí al monasterio; hacemos observaciones con el telescopio y el microscopio, y les muestro las abejas, los ratones, los animales de aquí de nuestra pequeña granja y las plantas de mi jardín.
¿Su jardín, podría decirme algo de él?
¡Claro!, es un huerto pequeño de 7 metros de ancho por 35 metros de largo, he cultivando 8 años en él mis plantas, y me ha llevado 3 años estandarizar mis líneas puras para mis experimentos sobre la variedad.
Dígame, ¿qué lo motivó para iniciar sus investigaciones sobre la variedad de las plantas?
Pues verás, tengo unos amigos: el botánico Thomas Makitta que es experto en agronomía e injertos, y el profesor J. Schereiber quién me enseña agronomía y ciencias naturales. Además en Viena fue mi maestro de botánica Franz Unger, quien en sus planteamientos utiliza mucho el método científico, lo cual me ha servido mucho en mis investigaciones; todo esto me ha motivado.
¿Cómo inició sus primeras investigaciones?
Como maestro, en 1849 leí la obra de Karl Friedrich Gärtner llamada “Experimentos y observaciones sobre la hibridación en el reino vegetal”; ello me condujo a establecer un plan detallado, desde elegir las variedades de plantas, hasta la previsión de los resultados.
¿Y cuál ha sido ese plan para esos experimentos?
Bueno, son varias cosas las que lo conforman: elegí un planta que es de cultivo sencillo y de generación corta; sus estructuras florales no son complicadas para la fecundación; las características son conocidas, además seleccioné caracteres sencillos para poder seguirlos de generación en generación y emplee las matemáticas para el análisis de mis datos y poder así explicar correctamente los resultados obtenidos.
¿Y qué planta usó?
El guisante de endibia o guisante de jardín, creo que algunas personas le llaman “chícharo”, lo cual a mi me parece gracioso; su nombre científico es Pisum sativum.
Puedo contarte que, dos años antes de que yo naciera, es decir, en 1820 los botánicos Knight, Seton y Goss lo habían empleado cruzando plantas de semillas amarillas, con plantas de semillas verdes; y cuando yo contaba con 4 años de edad, Agustín Sageret realizó más experimentos, lo malo es que ninguno de ellos pudo explicar sus resultados.
¿Cómo fue posible que usted si lo hiciera?
Como te he contado, doy clases de física, sé matemáticas, estudio ciencias naturales, llevé un curso universitario de filosofía durante dos años, realizo observaciones astronómicas y microscópicas; además hablo griego, latín, he tenido varios amigos profesores cuya forma de pensar se puede decir que es muy abierta, de forma científica; y no creas que los monjes somos muy cerrados, no, el abad C. F. Napp quien es miembro de una asociación de agricultores y expertos en injertos, también ha influido en mi pensamiento analítico.
¿Puede usted resumir su experimento y resultados?
Si, claro, los “chícharos” que crucé eran de raza pura y diferían en un solo carácter: el color, la talla o la textura. Como creo que no sabes latín, te diré que “hijo” se dice “fili”, por lo que, en los organismos que integran la generación filial 1 o “F1”, un solo carácter hereditario proveniente de uno de los progenitores. Como ya vi que pusiste cara de asombro te explicaré que cuando crucé plantas de semillas verdes con plantas de semillas amarillas, el 100% de la F1 resultaron plantas de semillas amarillas, es decir, el amarillo resultó dominante y parecía que el color verde había desaparecido.
Luego, ¿qué pasó?
Realicé la autofecundación de la F1; los resultados de la cruza de estos híbridos presentaron ahora tanto caracteres del progenitor que dominó la generación anterior, como los del otro progenitor; caracteres que no había desaparecido, por lo que deduje que únicamente había hecho un “receso”. En la F2 la relación de un dominante y un recesivo fue de 3 a 1, es decir, el 75% presentaban el dominante, y el 25% el recesivo.
Perdone, ¿podría explicarlo de otra forma?
Empleando el álgebra, propuse para cada planta 2 “factores” que controlaban un rasgo; en plantas “puras”, aa sería dominante, y bb, recesivo; cuando ellas se cruzan, los F1 resultan todos “ab”, “impuros”, es decir, como se dice el latín: híbridos.
Luego, la autofecundación de la F1 , es decir cruzar o multiplicar ab x ab, el binomio cuadrado perfecto, origina en la F2 su expresión: a2 + 2ab + b2 , sencillo ¿verdad?
¿Eh?, ¿ah?, sí, claro; ¿qué otro tipo de experimentos realizó?
Luego manejé plantas que poseían dos distintos caracteres: el color de las flores y la longitud del tallo, obtuve nuevamente la dominancia de los caracteres en una primera generación; 100% fueron plantas rojas con tallo largo. Después crucé las plantas de la F1 entre sí viendo que los caracteres se separaron o segregaron de manera independiente, obteniendo ahora una proporción de 56.25% de plantas con flores rojas y tallo largo, 10.75% rojas y tallo corto, 10.75% blancas y tallo corto y 6.25% blancas y tallo corto; es decir: una proporción de 9:3:3:1.
Pero, ¿cómo fue posible el que usted estuviera seguro de los resultados?
Mira, se trata de saber aplicar las matemáticas, en este caso la aritmética y el álgebra, no se que tan bueno seas en éstas para que logres entenderme; además seleccioné 22 variedades de plantas a las que dispuse en 7 grupos tomando en cuenta la textura de sus semillas, el color de los cotiledones, el color de la cubierta de las semillas, la forma de las vainas, el color de las vainas no maduras, la posición de las flores y la longitud del tallo.
Si, pero, ¿cómo es que está seguro de que se dio realmente la cruza?
Buena pregunta; si ocurriera durante los experimentos sin darme cuenta, la impregnación accidental con polen extraño, esto conduciría a conclusiones completamente erróneas, por lo que para realizar la fecundación artificial es necesario abrir el capullo antes que esté completamente desarrollado, eliminar la quilla, que es una parte de la flor, y con unas pinzas extraer cuidadosamente todos los estambres; luego, con un fino pincel espolvorear en seguida el estigma con polen ajeno. Para después cubrir cada una de las flores con una bolsita de papel y así evitar que insectos, aves o el simple viento produzcan una fecundación indeseada.
¡Caramba, es todo en trabajo de planeación científica, con antecedentes, un diseño experimental, un cuidadoso desarrollo, y un análisis e interpretación de los datos!
Me da gusto que sepas apreciar mi trabajo; por lo que te cuento también que para cada experimento, coloqué en un invernadero varias plantas en macetas durante el periodo de floración, para servir de plantas testigo en el experimento principal realizado en cielo abierto y controlar posibles perturbaciones producidas por insectos.
¿Ya dio a conocer sus resultados?
Sí, mis experimentos los realicé de 1856 a 1864, y este año de 1865 los expuse durante dos sesiones de la Sociedad de Historia Natural de Brün; me han informado que van a ser publicados en una revista de circulación local bajo el título de “Experimentos de hibridación de las plantas”, lo cual me da mucho gusto, pues creo me ayudará a conseguir aprobar el examen requerido para poder ser maestro en la Universidad. Aquí en secreto te contaré que en el primer examen que presenté, los miembros del jurado me rechazaron, me puse un poco triste pero voy a intentarlo nuevamente.
Seguimos platicando un poco más, Mendel estaba muy contento, me mostró hojas y más hojas con datos y más datos; los cuales para ser sinceros, yo no entendía muy bien, pues aplicó la probabilidad matemática, porcentajes, álgebra, etc. Me platicó también de su origen humilde y campesino; que su comunidad natal se hallaba enclavada en un área de jardines y huertos y que él se crió en una granja hortícola; que su papá le tenía un gran cariño a las plantas, especialmente a los árboles frutales y que por consejo de uno de sus maestros, decidió ingresar al monasterio. Me cuenta también que sufre de un dolor en la cintura, por lo que decido que es momento de retirarme.
Me despido de Fray Gregorio, me pide que regrese a visitarlo cuando guste.
Han pasado los años, me he enterado con mucha tristeza que en su segundo intento de ser profesor titular fue rechazado por el jurado, tal vez bajo el influjo de elementos subjetivos, quizá eran furiosamente anticlericales, ya que cuando reprobó el segundo examen, era autor de hipótesis y de un diseño experimental que lo convertirían más tarde en uno de los científicos más destacados del siglo XIX; lástima de los que pudieron ser sus alumnos, ¡cómo hubieran podido avanzar las investigaciones!
Sin embargo, en 1867, Mendel fue nombrado abad del monasterio y quedó tan ocupado con sus deberes cívicos y administrativos; por ejemplo, sostuvo un largo pleito con el gobierno austriaco por los impuestos a los monasterios, que no le quedó tiempo para continuar con sus investigaciones.
Sin embargo, en 1867, Mendel fue nombrado abad del monasterio y quedó tan ocupado con sus deberes cívicos y administrativos; por ejemplo, sostuvo un largo pleito con el gobierno austriaco por los impuestos a los monasterios, que no le quedó tiempo para continuar con sus investigaciones.
Me entero también que, el fraile Mendel ha muerto el 6 de enero de 1884 debido a una infección renal.
Sé también que Mendel fue maestro de física durante 14 años, y que su trabajo sobre la hibridación no tuvo la difusión suficiente y que no fue apreciado como debiera.
Sé también que Mendel fue maestro de física durante 14 años, y que su trabajo sobre la hibridación no tuvo la difusión suficiente y que no fue apreciado como debiera.
Pero me alegro un poco cuando me entero que 16 años después de su muerte, tres investigadores: Hugo de Vries en Holanda, Erich Tschermak von Seysenegg en Austria y Carl Correns en Alemania, al realizar de manera independiente una revisión bibliográfica para fundamentar sus descubrimientos, llegaron a conclusiones similares a las de Mendel, por lo que decidieron darle el crédito a él, gracias a lo cual, hoy es conocido como “Mendel, el padre de la Genética”.